Interpretada por Patricia López Arnaiz
Tras la marcha de Mateo, dejó de pintar. Como si hubiera dejado de interesarle. Como si hubiera perdido los motivos para hacerlo.
Ha concentrado su actividad y su imparable energía en ayudar a las prostitutas ilegales de la ciudad. Que viven extramuros en condiciones infrahumanas. Esclavizadas.
Siguen sin gustarle las cosas fáciles. Y aunque mantiene un punto áspero y seco, cada vez comienza a abrirse más. Y a empatizar con el otro. Hay una evolución hacia la comunidad, la relación con el otro, hacia la empatía y hacia lo emocional. Con la vuelta de Mateo que, como sabemos, está curado y ha vuelto a confiar en el ser humano, se dan las condiciones perfectas para que, de alguna forma, esta relación se alimente y se avive hasta que se encuentren... o no.